Tras la sorpresa que supuso su debut con Moon, Duncan Jones, hijo del gran David Bowie, volvió a la ciencia ficción con este thriller de bucles temporales, sobre un tren con una bomba y un militar, Jake Gillenhaal, que tiene que repetir una y otra vez los últimos 8 minutos antes de que explote para encontrar al terrorista.

La excusa argumental es bastante original, tirando de la física cuántica, en un proyecto militar que trata de encontrar al responsable del atentado antes de que cometa otro aún peor, por medio de este piloto de helicoptero que no sabe qué hace allí ni por qué. Al mismo tiempo que busca al asesino, intenta descubrir la verdad sobre su propia situación.

Buen ritmo, con un guión que va proporcionando información entre salto y salto, además de lo que él va descubriendo, a través de sus interlocutores en la misión, Vera Farmiga y Jeffrey Wright, y algún que otro giro interesante.

Entre los pasajeros, destaca Michelle Monaghan, guapísima, pero que no pasa de interés romántico que va aumentando con cada repetición. Es mucho más interesante la capitana interpretada por Farmiga, que le va guiando en su búsqueda, al tiempo que intenta que no enloquezca ni tire la toalla. Wright es el científico creador del sistema, un tipo bastante más oscuro.

Muy entretenida, con la duración bien medida, un villano algo soso, Wright acaba asimilando ese rol, y un buen desarrollo, aunque el final peque algo de previsible, pero Gyllenhaal y Farmiga se ganan fácilmente al espectador, llevándole de la mano hasta el final del viaje.

Una buena película, algo inferior a Moon, y el canto del cisne de una carrera que parecía prometedora y acabó en el pozo. 🇺🇦