Como anuncio publicitario que no promociona nada. Sólo un delirio —literalmente— musical.

“Tú tienes tu cine aquí adentro” y le tocan la cabeza a Luisa.
La fantasía sostenida y toda su frustración, como en el título del cuento de Traven. Llena también de momentos de íntima belleza o plena soledad inconsolable. La cámara revela el mundo interior desde el rostro de Pellicer, en sus habitaciones y objetos, en sus reflejos luminosos o torcidos, en los espacios vacíos, en sus ensoñaciones, en las sombras.
Si no podemos amar, viendo que la noche avanza,
celebremos una alianza con ese sueño mentido.
Un día acabará el olvido
o acabará la esperanza.
La historia de dos almas enquistadas que se unen y se apartan y se acercan y se pierden y se yerran y luego se encuentran con la fuerza absoluta del tropiezo.
PTA en lo más Truffaut que se puede ser poniendo a correr todo el tiempo a sus personajes en un escape que también es búsqueda.
Y esos desvíos que son mosaico/galería de una ciudad poblada de incertidumbre, soledad, imperfección y tristeza pero los destellos luminosos jamás cesan.
Todo el amor.