A Garci le funcionó mejor la idea en su otro cortometraje nostálgico-mitómano hecho a base de fotos fijas y narración, MI MARILYN, aquí da munición de sobra a sus detractores que le acusan de cursi (también hay mucha diferencia entre la manera de narrar de Sacristán en MI MARILYN y la de un Javier Dotú demasiado artificial) pero no es un corto desdeñable y a Garci siempre se le ve sincero en lo que ama. De todas formas, y si…
